"Viaje de Sapito y Sapón" por Nicolás Guillén

Sapito y Sapón,
con cuatro maracas
y un solo bongó,
van desde Quimbumbia
hasta el Quimbombó
en un avioncito
de medio motor.
Altura: dos metros.
El clima: calor.
Pilotos: Sapito,
Sapito y Sapón.
En el alto cielo
brillando está el sol.
(Un plato de vidrio
que en el comedor
la tía Rosario
dejó por error.)
Después la sopera
de Doña Margot
lanzando columnas
de ardiente vapor,
lago en cuyas ondas
Luzbel se bañó;
y en el derrocadero
del Gran Tenedor,
y el pico Cuchillo
(que hoy dicen Maslov
por el sabio ruso
que lo retrató),
y la cucharona
vulgo cucharón,
y diez cucharitas
y un tirabuzón...
¡Cuántos animales
de aspecto feroz,
cubiertos de salsa,
de salsa y arroz!
De pronto se oye:
"¡Aquí, Quimbombó!"
y el pajaro lindo
que tanto voló,
ya llega, ya llega,
ya llega... ¡Llegó!
Al siguiente día
y en un carretón
a pasear nos fuimos
por la población.
¡Qué calles más rectas
las de Quimbombó!
Muy bien empedradas
con cuescos de anón
sujetos con pasta
de blanco almidón.
¡Qué limpias las casas,
hechas de algodón,
todas de dos pisos,
todas con balcón,
y qué mar bravío
de tabaco y ron
con olas unidas
en una canción!
¡Qué gentes más finas
las de Quimbombó!
Nos dieron boniato,
nos dieron frijol,
platanos manzanos,
naranja y limón
y (acaso por miedo
de una indigestión)
un solo confite
y un solo bombón.
Cuando de partir
la hora llegó,
ya en el areopuerto
(¡con aquel calor!)
nos acompañaron
hasta nuestro avión,
el mismo avioncito
de medio motor,
que nos trajo un día
hasta Quimbombó.

Ilustración de Horacio Elena
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