Me levanto todos los días a las 6 de la mañana. Supuestamente debería de despertarme la alarma de mi reloj pero no, es la claridad del sol. Ya se ha levantado temprano y no me he dado cuenta. Cuando regreso a las cinco de la tarde, miro al cielo en busca de una señal, pero no lo veo dormido ni cansado. Tampoco se esconde a las 6 de la tarde, ni a las 7. A las 8 de la noche todavía es de día. Creo incluso, que cambiaré el término "8 de la noche". Faltando unos minutos para las 9, es que se hunde completamente tras las montañas que hay en frente de la casa. Los días de verano son más largos que los de invierno. Esto se debe porque el hemisferio norte está inclinado hacia el sol. ¿Qué sucede entonces en el sur? Pues si el hemisferio norte se lleva toda la luz solar, el hemisferio sur se reserva días cortos y noches largas. Por ejemplo, el día más corto en Australia es el 21 de junio (Verano) y el más largo el 21 de diciembre (Invierno). Apenas son 23 grados de inclinación, pero definen la supervivencia dentro de la tierra. Influye en los mares, en el viento, en la temperatura del planeta e incluso en la cantidad de aire que respiramos. Ahora que vamos a la playa creemos estar más cerca del sol, pero es todo lo contrario. Es esa inclinación la que nos engaña.
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