El amor de los padres a los hijos y de los hijos a los padres. El más maravilloso de todos los sentimientos, porque nunca se rompe, nunca traiciona, ni se pierde. El amor de la familia corre por las venas, es una causa natural de la vida y que perdura aún después desaparece la existencia. Es infinito.
El amor al trabajo, al oficio, al estudio, a la profesión. Este es un amor que requiere dedicación, la misma que pongo yo al colectar mis quesos. No se imaginan ustedes lo mucho que me gusta contar cuánto tengo almacenado. Porque al final, siempre se obtiene algo agradable de vuelta. Uno estudia para obtener en el futuro una radiante carrera, un empleo en el que somos útiles y con el que podemos traer queso (en mi caso) a la mesa de comer.
Existe el amor hacia la tierra donde uno nace, a la ciudad, al pueblo, a la casa donde crecemos y cuando tenemos que irnos de ella o alejarnos por un tiempo, nos atrapa una gran nostalgia, por lo mucho que extrañamos ese sitio familiar.
Hay personas que aman el dinero, pero eso es avaricia y un tonto sentimiento, porque el dinero, como mismo viene, se marcha. El dinero puede comprar quesos y caramelos, pero no puede comprar confianza, buenos amigos y muchas cosas que sólo la personalidad consigue. También hay personas que aman el vino, la comida, las ropas, los autos, las cosas materiales pero una vez más te digo, que nada de eso tiene importancia, porque lo principal es comer bien y tener lo que en verdad se necesita para llevar una vida.
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