Dos importantes publicaciones devuelven un nuevo aire al dorado martiano. Por un lado Las Ilustraciones de La Edad de Oro y la edición facsimilar de la revista entregado por Luis Enrique Valdés. En el primero, el Dr. Alejandro Herrera traza las líneas para un terreno amplio y vagamente explorado, la procedencia de las ilustraciones que acompañan la revista: pistas que surgen tanto firmes como aproximadas. Del otro lado, el riguroso trabajo para recrear desde el color hasta la textura los cuatro números que en su momento vieron la luz. Cada página ofrece un viaje en el tiempo. Ha de hojearse con la paciencia de quien busca mirar tal como fueron aquellos cuatro números primogénitos. Manchas de agua, de tinta, detalles magnánimos que no escapan al ojo curioso del lector. Estamos ante un campo de posibilidades. No ha de ser ambigua esta nota: La Edad de Oro conserva un trasfondo inédito que va desde la fuente de las ilustraciones, hasta la composición literaria apoyada solamente en las láminas usadas para la revista. Trazos ajenos que Martí tuvo el talento de hacer propios, con total naturalidad y en nombre de la belleza.
En la foto Anna, hija del editor y escritor Armando Correa, con un ejemplar de la revista
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