El 28 de agosto de 1870, José Martí envió una fotografía a su madre. No era un viaje de vacaciones ni una de esas tontas fotos de Estudio Fotográfico, sino del Presidio, donde había sido condenado a trabajos forzados. En la cantera de San Lázaro y con el número 113, tenía 17 años:
Mírame, madre, y por tu amor no llores:
Si esclavo de mi edad y mis doctrinas,
Tu mártir corazón llené de espinas,
Piensa que nacen entre espinas flores.
Hoy 28 de agosto, en México, se celebra el Día del Abuelo y pienso en el Maestro cuando se refería a la ancianidad, una mezcla de devoción y respeto:
“No hay cosa más bella que amar a los ancianos (…) los ancianos son los patriarcas”. Escenas mexicanas, Revista Universal, México, 15 de mayo de 1975, t.6, p.204.
“… ¡qué fortuna ser niño siendo viejo! esa es la corona y la santidad de la vejez”. Revista Venezolana, Caracas. 15 de julio de 1881, t.8, p.163.)
“…la vejez es corona de oro que no se ha de echar por tierra en sacudidas de cerdo”. La opinión pública, Montevideo, 1889, t.12, p.324)
“…cómo son venerables los ancianos que trabajan, y como excitan a tener pena de ellos los jóvenes, más que a estudio fructífero, dados a vano empleo y a futilezas”. Escenas mexicanas, Revista Universal, México, 12 de agosto de 1875 t.6, p. 307
En México se define este día para festejarlos. Pero, olvidados de ellos, las familias les hacen la visita en Navidad, al menos en la ciudad los ancianos están más condenados a la soledad o al asilo. En el campo mexicano conocí a muchos ancianos aún vinculados a las actividades agrícolas y domésticas, los nietos les respetan y en la mayoría de las ocasiones viven integrados a la familia con el respeto que les corresponde.
Si tienes un abuelo cerca, no olvides mostrarle diario tu respeto. Pídele que cuente su historia, los abuelitos rejuvenecen narrando sus vivencias y en la mayoría de los casos se entiende mejor la historia de un país a partir de la memoria de sus mayores. Hoy eres joven, el tiempo parece un largo majá que se estira eterno, tomando el sol, pero no cesa.
José Martí, quien sufrió desde temprano, supo aquilatar riquezas espirituales: “Cuando habla un joven, el alma recuerda dónde se enciende su vigor. Cuando habla un anciano, el alma descansa, confía, espera, sonreiría si tuviera labios, y parece que se dilata en paz”. Escenas mexicanas. Revista Universal, México, 13 de mayo de 1875, t.6, p.201. Si quieres compartir un inolvidable rato, te sugiero visitar http://cuentosparadormir.com/ infantiles/cuentos-de-abuelas. También a los padres que vengan al blog, porque la crianza es tierra de labranza…
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