Lo asombroso de este pez extraordinario, es que luego regresa, inexplicablemente, cruzando todo el océano, internándose en la desembocadura de los ríos, confrontando las corrientes, yendo río arriba hasta el mismo lugar donde nació. Claro que hay una explicación porque, ¿cómo es posible que pueda atravesar los mil mares y encontrar, no solo el río que le dio entrada al océano, sino el lugar preciso, las aguas dulces donde sus padres lo dejaron dentro de un huevo?
La aventura del Salmón puede tener sus misterios, pero lo cierto es que unas sustancias en su cerebro parecidas a un imán, lo orientan como si fuera un compás hacia las tierras del continente. Y allí no comienza la gran odisea del salmón, porque además de los obstáculos que pone frente a él la naturaleza, lo siguen cientos de depredadores por aire y tierra que lo han estado esperando por más de diez meses. Hasta los osos grises bajan de las montañas, porque se han pasado sin comer mucho tiempo y el salmón es la única esperanza que les queda para recuperar sus fuerzas. Millones de salmones avanzan, entrando al continente y no son metros solamente, sino miles de kilómetros. Muchos no pueden lograrlo, porque a medida que sus niveles de oxigeno bajan, pierden sus fuerzas y van quedando en el camino, algunos enfermos, atrapados. Hasta que por fin llegan a su destino.
¿Parece raro que un pez venga del mar y viaje tanto? No, no es raro, porque el salmón simplemente regresa a su casa, a donde nació. ¿Y por qué? Porque es allí donde dejará sus huevos como mismo hicieron sus padres y abuelos y todos sus ancestros durante millones de años atrás. Lo triste es que el salmón no ve nacer a sus hijos. Muere en las aguas dulces de los ríos, en el lugar donde recibió la vida. La aventura del Salmón es un gran poema de la naturaleza, de la misma forma en que también lo es su legado, porque su muerte da vida a la diversidad biológica del bosque, devolviéndole lo que un día tomó prestado.
La aventura del Salmón puede tener sus misterios, pero lo cierto es que unas sustancias en su cerebro parecidas a un imán, lo orientan como si fuera un compás hacia las tierras del continente. Y allí no comienza la gran odisea del salmón, porque además de los obstáculos que pone frente a él la naturaleza, lo siguen cientos de depredadores por aire y tierra que lo han estado esperando por más de diez meses. Hasta los osos grises bajan de las montañas, porque se han pasado sin comer mucho tiempo y el salmón es la única esperanza que les queda para recuperar sus fuerzas. Millones de salmones avanzan, entrando al continente y no son metros solamente, sino miles de kilómetros. Muchos no pueden lograrlo, porque a medida que sus niveles de oxigeno bajan, pierden sus fuerzas y van quedando en el camino, algunos enfermos, atrapados. Hasta que por fin llegan a su destino.
¿Parece raro que un pez venga del mar y viaje tanto? No, no es raro, porque el salmón simplemente regresa a su casa, a donde nació. ¿Y por qué? Porque es allí donde dejará sus huevos como mismo hicieron sus padres y abuelos y todos sus ancestros durante millones de años atrás. Lo triste es que el salmón no ve nacer a sus hijos. Muere en las aguas dulces de los ríos, en el lugar donde recibió la vida. La aventura del Salmón es un gran poema de la naturaleza, de la misma forma en que también lo es su legado, porque su muerte da vida a la diversidad biológica del bosque, devolviéndole lo que un día tomó prestado.
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