Cintio Vitier poeta, ensayista e investigador cubano escribió sobre esa impresión indiscutible que dejan los libros en nuestra primera edad:
¿Qué es para mí un libro? ¿Qué libro? ¿Aquel, pequeño y oculto, de tapas azules y lomo negro, Segunda Antología de Juan Ramón Jiménez, que descubrí en la biblioteca de mi padre y fue, debajo de la indiferente lluvia de letras, el libro primero y único para mí? Un deslumbramiento; después, un talismán. ¿O aquel otro, como edición de Caronte, tosco y funeral, con la mascarilla emergiendo de la noche, Antología de César Vallejo, selección y prólogo por Xavier Abril, que compré en la librería Minerva en octubre de 1942? La quemante llaga, el cautiverio; y después, la vergüenza de los otros libros. Con estos otros, sin embargo, incluso con los míos, tan extraños siempre para mí, he tenido que seguir viviendo y batallando, porque los libros son amigos y enemigos, esperanzas y decepciones, aventuras y tedios, herramientas y armas. A veces quisiéramos deshacernos de ellos como de un peso muerto que no nos deja ver la vida y la verdad; otras sólo ellos nos reconcilian con el hombre; otras, flamean con bocas de horno lo desconocido. En rigor, casi ninguno enseña algo sustancioso, nutritivo y perdurable sobre la realidad. Pero por algunos, muy pocos, vale la pena de haber nacido.
Un libro, los libros en Prosas Leves de Cintio Vitier. Editorial Letras Cubanas, 1993
Comentarios