El mundo de Tim Burton es una pesadilla tramposa en la que niños y no tan niños caemos fácilmente, sin ofrecer resistencia. Sombras, fantasmas, misterio, torcidas columnas y raras criaturas son las palabras mágicas para definir los elementos que componen su estilo. Su primer cortometraje “Valentín”, demostró que la fantasía no se compone por los dulces sueños, sino también por las pesadillas y temores de la oscuridad, algunas buenas y otras malas. Tres años demoró la realización de esta película que contó con el trabajo de más de 100 artistas devotos de la paciencia para mover, cuadro a cuadro, cada una de las acciones en los personajes. Es una película recomendada como lo son otros títulos anteriores producidos o dirigidos por Tim Burton y los que están en camino como la nueva versión de Alicia en el País de Maravillas. La película rompe esos esquemas trillados en el que muchos andamos acostumbrados a ver, desdibuja la belleza física para traernos a los personajes que menos desearíamos encontrarnos en la noche, sin embargo, qué buena historia nos cuenta cuando el rey de las calabazas quiere llevar a Halloween una fiesta de Chrismas. Pero una lección aprende Jack junto a muchos otros, al entender que la unión de dos mundos diferentes puede desatar graves consecuencias. Cada mundo a pesar de ser distintos, tienen sus propias maravillas. En la cultura norteamericana tener Chrismas es tan importante como celebrar esa noche de misterio llamada Halloween en que todos los niños salen a las calles disfrazados en busca de caramelos. En un principio las ideas de este productor y director fueron rechazadas por Disney Pictures al considerarla no adecuadas para niños, por lo que el proyecto demoró un largo tiempo antes de llegar a la pantalla. La expresión de la película no es más que una queja social del propio artista, que al pasar frente a la vidriera de una tienda vio cómo quitaban los productos de Halloween para poner en su lugar los de la navidad. Tim Burton celebra lo raro, aquello a lo que desde niño sentimos miedo. Sí, son feas las criaturas, no tienen esas bellas sonrisas como en las películas de hadas realizadas por Disney, pero tienen más que una historia que contar relatadas por la pena y la poesía de la vida.
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