La Última Página: El caso de las Reinas Infantiles de Belleza



Regresa el coliseo romano, el tiempo de la barbarie, el circo de carne y la deplorable miseria en el corazón humano: para disfrute de los depredadores, el aplauso de las sucias manos, el ego enfermo de los padres. Sí, el ego. Porque para algunos padres no importa el precio a pagar con tal de aumentar su ego, ese sentimiento desmedido que los hace sentir mejor que otros, admirados, celebrados ante el resto, en una posición por encima aunque para lograrlo, haya que vender el cuerpo de sus hijos, sus rostros, las piernas, las manos. Llevaron una vida de sueños frustrados y ahora buscan recuperar con sus hijos lo que nunca lograron. La doctora Gioconda Batres lo denuncia claramente:
«Sueños rosas con finales negros» titula El Diario de Monterrey una columna sobre los concursos de belleza infantil que, por desgracia, ya llegaron a México de la mano de Televisa. El artículo narra lo que no sale en estos concursos: abuso sexual, comercio infantil, padres y madres aterradoramente posesivos, niñas con crisis nerviosas a los 6 años... Sobre la «ingenuidad» de ser tratadas como «artistas de la tele», escribe la doctora Gioconda Batres, dirigente del programa de capacitación contra la violencia doméstica del Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas:
 «Esto se llama sexualizar la inocencia y presentarla como algo atractivo, y ése es precisamente el mensaje de los virusógrafos: los niños también pueden ser objetos de deseo. De esta manera la sociedad se convierte en inductora del abuso sexual a través de la inocencia de los pequeños». ¿Exageración? Para los que así piensen, les recordamos el caso de Jon Benet Ramsey, de 6 años, reina de la belleza infantil más cotizada de EU. El 24 de diciembre de 1996 apareció muerta en el sótano de su casa, en Boulder, Colorado: estrangulada y habiendo sufrido abusos sexuales. Se sospechó de sus padres. El caso sigue abierto.
Y digo: El caso extremo es un show de TV, pero constantemente, en la vida diaria, vemos que los padres suben y colocan fotos de sus hijos en redes sociales y sitios de Internet sin el menor cuidado. Las consecuencias pueden ser muy graves. Una cosa es celebrar la inocencia de los pequeños, y otra es entregarlos a la feria de la carne.

Agradecido a Kerala por enviarme el tema
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