Mirta Aguirre ganó un espacio en cada niño lector. En Cuba, disfrutamos con sus personajes y nos creíamos cada uno de sus cuentos. En Cuba, nuestros libros de primeras lecturas y las bibliotecas se llenaban con su poesía, y a pesar de que ella dijera en el prólogo de Juegos y otros poemas: “Aunque alguno pueda prestarse a ello, ninguno de los poemas de este libro ha sido escrito para que un niño lo aprenda y lo diga de memoria”… pero se “pegaban”, como esas canciones tradicionales que todo el mundo tararea sin saber el porqué.En junio de 1986, Eliseo Diego escribió:
Desde niña, Mirta Aguirre se aferró inflexible a su empeño de ser ni más ni menos, ella misma. Sospecha uno que hasta sus travesuras llevaban su sello. “Por aquí pasó Mirta”, dirían con un poco de azoro sus padres o sus compañeritos de escuela. Cuando sintió necesidad de escribir se enfrentó a su obra con idéntico rigor que a su persona. Su obra fue suya, original, inconfundible. Y cuando la sorprendió el impulso de escribir poemas para niños, lo hizo sin permitirse concesiones fáciles, con todo respeto, de igual a igual.
Compartamos la música de las palabras, con una muestra de su poemario.
Aventura
Mi sortijita de oro
Se la llevó Rana Toro,
Del agua se la llevó.
Mi sortijita, sortija,
Se la encontró Lagartija
Y a Conejo se la dio.
Mi sortijita de plata
Conejo se la dio a Rata
Y a Rata se le perdió.
Se la encontró Escarabajo,
Se la encontró y me la trajo,
Me la trajo y me la dio.
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