Muerte de Martí por Kerala

En 1906, el capitán español Antonio Serra Orts publica Recuerdos de las guerras de Cuba. 1868 a 1898 y allí reseña lo acontecido en Dos Ríos, el epígrafe: Muerte de José Martí. Dada la extensión del mismo y la cantidad de versiones que circulan en internet sobre la muerte del Maestro haremos una síntesis:
A las seis de la mañana del día 19 de mayo de 1895, el Coronel Sandoval con su columna, salió de Ventas de Casanova hacia Dos Ríos. De extrema punta iba el Capitán D. Ubaldo Capar con 23 caballos del Regimiento de Hernán Cortés, a cien pasos mis setenta tiradores y a distancia de 400 ó 600 metros, el coronel y la columna. Serían ya como las nueve de la mañana, cuando vimos venir hacia nosotros un hombre montado, y al vernos trató de huir; mas los de a caballo le alcanzaron y detuvieron. Registrado aquel hombre llevaba unas monedas de oro y un papel que decía así:
Al cantinero de Ventas de Casanova. Tengo entendido que vende V. muy caro a las tropas cubanas; dígame si quiere ser cantinero español o cubano para determinar.


Máximo Gómez.

Preguntado el individuo dijo que en Dos Ríos había mucha gente y que estaba Máximo Gómez, Martí, Borrero, José Maceo, Rabí, Ríos, Massó y otros caballeros cubanos.
El capitán Capar llevó el hombre y el papel al Coronel quien enterado de todo, dispuso seguir la marcha.
(…)En aquellos momentos solemnes llegó el coronel Sandoval con su caballo atravesado de un balazo y al ver mi formación de secciones en orden escalonado y haciendo fuego con mucho orden dijo:
• Muy bien Con oficiales y soldados ¡así se va a todas partes!.
Etonces le indiqué que respondía de mi frente y flanco y que por la izquierda había más jaleo(…) Como a la media hora cesó el fuego y el capitán Satué, ayudante del Coronel, me dijo:
¿A que no adivinas a quien hemos matado?
A Máximo Gómez, contesté.
Cerca le andas, ¡a Martí!
Imposible, contesté.
Pues no te quepa duda, le he visto y reconocido
Pues me alegro que caigan pájaros gordos; no siempre han de ser los muertos esos héroes anónimos que son los que verdaderamente se baten.
Más tarde vi el cadáver y como le conocía personalmente, fácil fue reconocerle también.
Entonces me dije:
• ¡Pero señor! ¿Por qué se batía Martí en vanguardia? ¿Es posible que un futuro Presidente de la República Cubana, se bata como un guerrillero? ¡Aquí hay misterio y conviene desenredar la madeja de la insurrección por dentro!
Muchas versiones se han creado sobre la muerte de José Martí, en algún momento un escritor mexicano comentaba en uno de sus libros sobre un suicidio, un temblor imperceptible en la templanza del Maestro y muchos refieren que fue presionado a participar del combate, versiones todas arrojan la luz que la interpretación particular quiere dar. Se ha publicado incluso alguna supuesta foto del cadáver y algunos en diferentes blogs la publican como si debiera repetirse la vejación. Porque lo que sí es cierto es que fue enterrado provisionalmente en el Cementerio de Remanganagüas y que fue exhumado el 22 de mayo y transportado a Santiago de Cuba porque nadie creía su muerte.
“Volvimos a Remanganagüas y metido el cadáver en un ataúd de madera que tenía un agujero redondo, de ocho centímetros de diámetro, con un cristal coincidiendo con el rostro del difunto (…)
El 25 de mayo y por ferrocarril custodié al difunto Martí, hasta Santiago de Cuba, donde le entregué a otro jefe para su conducción a la última morada”.
El testimonio que reseñamos, otorga una visión del larguísimo itinerario que sufrió el cuerpo de José Martí antes de ser enterrado definitivamente. Cuando leo sobre la vida y obra de este magnífico hombre me detengo no, en las versiones individuales y en ocasiones hasta morbosas, reflexiono en aquellos tiempos en que los cubanos guardaban la lengua para arengas de frente, y determinados intentaban cambiar por todos los medios el mundo que les tocó vivir. Encuentro por esta fecha, gente que usa al Maestro para burlarse del sistema en Cuba, todo lo organizan en un cajón y el todo es más que la suma de sus partes.
En carta a Fermín Valdés Domínguez fechada el 26 de febrero de 1905, Máximo Gómez escribe sobre el Martí que él conoció, una esencia que debiera acallar tanto rumor estéril sobre la muerte digna de alguien que sí se atrevió:
“Al fin venimos de tantos trastornos y de tantas infamias, a costa de sacrificios sin cuentos, y yo vi entonces también a Martí, atravesando las abruptas montañas de Baracoa con un rifle al hombro y una mochila a la espalda, sin quejarse ni doblarse, al igual de un viejo soldado batallador, acostumbrado a marchas tan duras, a través de aquella naturaleza salvaje, sin más amparo que Dios”.


"Muerte de Martí en Dos Ríos" por el pintor cubano Carlos Enríquez
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