Se sabe que en Nueva York Martí grabó su palabra en un disco de cera, pero ese disco se extravió o está perdido para siempre. Sin embargo, dejando a un lado el valor histórico, recobrar ese disco sólo nos presentaría una voz distorsionada del personaje. Veamos lo que escribe la ensayista Camagüeyana Mary Cruz sobre la voz de Martí en su libro: El Hombre Martí “¡Qué afortunado el poeta Urbina! La voz fue lo primero que de Martí conoció. Él mismo cuenta que, cierto día del año 1885, llegó al taller del escultor Jesús F. Contreras en la ciudad de México. Aunque había llovido, no faltaba ninguno de los habituales. Pero, cosa extraña -dice-, y los encontró callados, inmóviles, a tantísimos a una voz. Escuchó primero muy extraño una música de palabras. Puso atención y pudo captar lo que parecía –y era– el final de un discurso.
La voz provenía del centro del grupo y él no alcanzaba a ver a la persona que hablaba; pero aquella voz llenaba el recinto. Una voz de barítono atenorado, una linda voz, cálida y emotiva, que parecía salir del corazón sin pasar por los labios y, así, entrar en nuestra alma, por milagro del sentimiento.
Las palabras que escuchaba le parecieron finas, nuevas, musicales, armónicamente dispuestas. El orador le era desconocido. Su acento, ligeramente costeño, le resultaba un enigma. Costeño, pensaba, porque el habla de los mexicanos de la costa atlántica es afín a la de los cubanos. Al finalizar, un aplauso unánime y el grito de entusiasmo desahogaron las emociones. Se abrió el grupo, y vio entonces a un hombre pálido que venía hablando todavía “como si el sonoro río del discurso se hubiese convertido en murmurador arroyuelo”. (1)
- (1) Mary Cruz en El Hombre Martí. Centro de Estudios Martianos. 2007. p.35
- Título de la Imagen: Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, detalle
- Creador: Diego Rivera
- Fecha de creación: 1947
- Locación: Museo Mural Diego Rivera, originalmente se hallaba en el Hotel del Prado, Ciudad de México
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