En dos ocasiones visitó Port-Au-Prince la capital de Haití. En 1892, porque había hecho un viaje a Santo Domingo, es justamente el cónsul quien les dice que Martí está hospedado en el Hotel de France y se reúnen los cubanos de Puerto Príncipe, la mayoría miembros del Club “Guarionex y Hatuey”. Por el magnetismo que irradia le escribe una crónica Juan Masó Parra que fue publicada en el periódico Patria:
“El, en medio de todos, la vista en todos los semblantes, con el alma en los labios, con la elocuencia irresistible de la virtud que todo lo sacrifica, porque ha echado su persona a los cuatro vientos para que se la lleve la tempestad”…
Regresa en junio de 1893 envuelto en sus afanes políticos, pero rescatemos la visión del Hombre que ve el sufrimiento ajeno como propio, el ser humano que vislumbra más batallas por venir, en carta a Gonzalo de Quesada, escrita el ocho de septiembre de 1892 expresa:
“No vi jamás, en mi mucho ver, tierra más triste ni devastada que este rincón ahitiano”.
Hoy la frase referida a “la patria que del cepo nació a la academia, la patria que lleva en la frente el bonete de doctor y en los tobillos, aún la marca del hierro” tiene vigencia dolorosa.
Quienes tenemos hijos, esta es una oportunidad para mostrarles el alcance del amor real por la humanidad, el Dar un poco de lo recibido en esta vida, nos permitirá siempre aquilatar lo que tenemos. Si tu hijo o hija te pregunta: ¿Qué pasó en Haití? Aprovecha para explicarle que todos somos Uno y el dolor de un semejante que sufre lo podemos aliviar ahora.
obra de J.C. Hector, pintor haitiano.
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