Se peca; se confunde; se toma un pueblo desconocido, y de más, por el pueblo de menos hilos que se conoce; se padece, con la autoridad de quien sabe morir, por la inercia y duda de los que pretenden guiar las guerras que no tienen el valor de hacer: corre por las bridas la tentación de saltar, como por sobre la cerca que cierra el camino, sobre la verba y pedantería, o el miedo forense, que disputan el paso a la batalla: a la ley no se niega el corazón, sino a la forma inoportuna de la ley: se quiere el principio seguro y la mano libre. Guerra es pujar, sorprender, arremeter, revolver un caballo que no duerme sobre el enemigo en fuga, y echar pie a tierra con la última victoria. Con causa justa, y guerra así, de un salto se va de Lamensura a palacio. Y luego, descansará el sable glorioso junto al libro de la libertad.
Publicado en Obras Completas, La Habana, 1963-1973, T. 4, p.451
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